Reflexión del Padre Vito Gómez O.P.
Reflexión del Padre Vito Gómez O.P.
Comienza en este domingo el Adviento, un año nuevo en la celebración de la fe centrada en Jesucristo. Se va a reducir a cuatro semanas previas a la celebración de Navidad o nacimiento temporal Verbo, segunda persona de la Trinidad que asume la naturaleza humana sin dejar de ser Dios.
La preparación de este acontecimiento decisivo para la humanidad duró siglos. Es una prueba de que, para recibir semejante gracia, se necesitaba recorrer un camino largo, una preparación siempre en crecimiento. Fue una larga reflexión a la que estuvieron invitadas generaciones y generaciones.
Dios, por su parte, actuando por amor en la Creación entera y con misericordia para con la criatura racional que quiso neciamente emanciparse del Creador, no rompió nunca su predilección por la obra de sus manos.
Pero el hombre necesitó tiempo para convencerse de que Dios no descuidó su promesa a raíz del pecado original. Lo fue demostrando en el tiempo y lo manifestó más claramente en su revelación, contenida en los libros que integran la sección bíblica del Antiguo Testamento. Lo fue mostrando con su ayuda a que se correspondiera a los valores que cada ser humano lleva plantados en su corazón y logrando personas justas, en el pueblo judío y en otros pueblos de la tierra. Una preparación dilatada para que la inteligencia racional se preparara a fin de recibir la grandeza de la promesa, en definitiva, de un Redentor.
Nuestra generación tiene, por una parte, mucho camino recorrido. Nada menos que una historia del cristianismo que dura ya más de dos mil años; hemos comenzado el siglo XXI.
Tenemos mucho que agradecer a quienes nos han precedido iluminados por la fe y correspondiendo a la gracia que nos viene de Dios a través de Cristo. Son los santos, una multitud que nadie podría contar, como se concluye con el repaso cotidiano del santoral y martirologio.
Pero con la gratitud a nuestros antepasados, el Adviento de cada año invita a que, cada uno de los bautizados, avivemos nuestra conciencia.
Los textos de este domingo invitan a vigilar, a estar en vela, preparados porque no sabemos el día ni la hora, a ser circunspectos, prudentes, a despertarnos del sueño, a dejar las obras de las tinieblas, a reconocer el tiempo en que vivimos, a andar con dignidad, y revestirnos de Cristo.
Además, se nos exhorta al comienzo del Adviento a recorrer el camino con alegría y subir hasta la cumbre del monte, la casa de Dios, a procurarnos compañía en el ascenso, a dar cabida a la instrucción divina, a dejar a un lado las envidias y discordias y a «forjar arados de las lanzas», a celebrar el nombre del Señor, a utilizar las armas de la luz, porque la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
FELIZ DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO