Nuestra espiritualidad y carisma se fundamenta en el ejemplo, palabras y virtudes de Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, más conocidos como dominicos.

Origen y Formación de Santo Domingo De Guzmán

Santo Domingo de Guzmán nació en el castillo de los Guzmanes, en Caleruega, provincia de Burgos hacia el año 1170, en el seno de una familia profundamente creyente y de noble posición. Sus padres eran parientes de reyes castellanos y fueron don Félix de Guzmán, Venerable y doña Juana de Aza, venerada como Beata. Sus dos hermanos Antonio, reconocido igualmente como Venerable y Manés, también beatificado como su madre y que se unió a Domingo cuando fundó la Orden de Predicadores.

Fue educado con esmero en un ambiente de religiosidad y estudio por su tío materno, el arcipreste don Gonzalo de Aza, en un pueblo cercano a Caleruega llamado Gumiel de Izán. En este tiempo se le despertó la vocación religiosa. De los catorce a los veintiocho años se traslada a Palencia para prepararse a la vida religiosa y allí estudia Artes, Humanidades, Filosofía y Teología e ingresa en los Canónigos Regulares de la Catedral de Osma. 

Al terminar la carrera eclesiástica enseña durante cuatro años en la Universidad. Siendo aún estudiante se desató en España una gran hambre entonces, Domingo, en un acto supremo de caridad vende sus libros, para aliviar las necesidades de los pobres diciendo que no quería estudiar en pieles muertas, mientras los hombres se murieran de hambre. 

Origen de la Orden de Predicadores

En el año 1190 ejercía de Canónigo en la Catedral de Osma y allí estuvo hasta que en el año 1205, por encargo del Rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al Obispo de Osma, Diego de Deza, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del prícipe Fernando. Con este motivo tuvo que hacer nuevos viajes a Dinamarca y Roma, acompañando siempre al obispo. Esto hizo que durante ellos se clarificara definitivamente su antigua vocación misionera ya que en sus idas y venidas tuvo que pasar por Francia y conoció los estragos que la herejía albigense producía en las almas. Al terminar las embajadas y de acuerdo con el Papa Inocencio III, se estableció en el Langüedoc, en 1206, como predicador de la verdad entre los cátaros, empleando todo su celo apostólico y sus conocimientos teológicos para frenar la herejía y atraer a sus seguidores nuevamente al seno de la Iglesia. En este tiempo rehusó los obispados de Conserans, Béziers y Comminges, para los que había sido elegido canónicamente. Domingo se impone desde el primer momento el comportamiento ejemplar y una pobreza evangélica. Predica a los herejes y participa en disputas teológicas con ellos. Gracias a su elocuencia y formación intelectual, el fruto no se hizo esperar: muchos herejes, hombres y mujeres, se convertían y vuelven de nuevo a la Iglesia católica. De aquellas mujeres convertidas hubo un grupo que deseaba vivir el Evangelio con toda radicalidad, consagrando sus vidas al Señor en un ambiente de oración, contemplación y trabajo silencioso, con el propósito de ayudar a la acción misionera de Santo Domingo y sus compañeros. Para ello Domingo adquirió en Prulla, cerca de Fanjeaux, la iglesia de nuestra Señora, que se encontraba en mal estado y no se había seguido usando.

Fundación de la Orden de Predicadores

En torno a ella se construyó el monasterio, que servía también de base al grupo de predicadores pues desde allí partían para evangelizar a las gentes y ahí regresaban para descansar.

Así nacía en la ciudad francesa de Prulla en el año 1206 la primera comunidad de DOMINICAS CONTEMPLATIVAS. Cuando aquel grupo de misioneros había madurado en la comunión de vida y en la misión de predicar el Evangelio, Domingo creyó llegado el momento de fundar la Orden de Frailes Predicadores. Fue el primer Instituto fundado con la finalidad de la PREDICACIÓN -derecho reservado en aquella época a los obispos- y que sirvió de prototipo a todos los que, andando el tiempo, se fundaron. De ahí que a Santo Domingo se le llame «FUNDADOR DE FUNDADORES».      

La Orden de Predicadores es aprobada, con carácter diocesano, por el obispo de Tolosa, llamado Fulco. El documento por el que se acepta su tarea de «predicadores» en su iglesia lo fecha en el año 1215. En este documento se encuentra parte de los elementos que conforman la vida dominicana: pobreza voluntaria personal con fondo o bolsa común comunitaria, misión propia e itinerante de la predicación a la que se ha de añadir el estudio, la enseñanza, sobre todo, de la teología, vida litúrgica y observancias monásticas, en un ambiente de contemplación y silencio.

En el año 1216 el Papa Honorio III aprobó la Orden de Predicadores, mediante Bula, por la cual los religiosos de la nueva Orden podían erigir conventos y ejercer el oficio de la predicación en todo el mundo. Domingo se dedicó a dirigir su obra. Viajó continuamente, fundó conventos, predicó y evangelizó, hasta que, completamente agotado y tras una breve enfermedad, murió en el convento de Bolonia, donde sus restos permanecen sepultados, el día 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y un años de edad. Fue canonizado por Gregorio IX el día 3 de julio de 1234.